Audio y tecnología: compañeros inseparables

Tanto el audio como el video, viven de la tecnología. Sin esta suerte de arte y ciencia combinadas, no podríamos concebir el audio como lo concebimos. Más allá de la reproducción de los sonidos en directo, la tecnología ha hecho posible que podamos registrar todo tipo de sonidos y ruidos con la finalidad de reproducirlos. Si en sus orígenes a estas grabaciones y reproducciones se las definía como analógicas, debido a los medios que se utilizaban, en la era digital, el sonido ha ido un paso más allá, o dos o tres, como todo aquello que utilizamos en este momento. La digitalización llego al mundo audiovisual hace ya unas décadas y aun así, la tecnología no deja de sorprendernos.

Como bien sabemos todos, porque lo utilizamos en nuestra vida cotidiana, el audio digital es parte de nuestro día a día. La posibilidad de grabar, almacenar, manipular y reproducir el sonido, entre otras muchas acciones que se pueden realizar, a través de la codificación digital de las diferentes señales de audio, ha multiplicado las oportunidades de aquellos que trabajan con sonido. Por si fuera poco, tras la pandemia, el mundo del sonido digital, ha tomado impulso y sigue llegando cada vez, más lejos.

Uno de los factores que han propiciado ese nuevo impulso es el hecho de que la relativamente accesibilidad a la tecnología, ha derivado en que muchas más personas utilicen el audio digital. Sea por mera diversión o con fines laborales, como es el caso de Sonopix Audiovisual, expertos en sonorización entre otros, basta con un Smartphone, un micrófono y una aplicación para poder grabar y editar cualquier sonido. Con estas herramientas que casi todo el mundo tiene en casa, puede generarse contenido de audio como podcast o para redes sociales, sin desmerecer la calidad. De ahí que sea más que habitual encontrar personas con conocimientos más que amplios sobre la gestión del sonido y dispositivos en sus propias casas, con los que pueden realizar actividades como las reseñadas.

Abanico de oportunidades

Esto quiere decir que la era digital es la era de las oportunidades. La tecnología pone al alcance de prácticamente cualquier usuario, la posibilidad de acercarse al mundo del audio sin necesidad de recurrir a grandes y complejos sistemas de sonido. Tanto si se trata de un músico, como de una banda que quiere grabar sus temas para promocionarse y carecen de recursos para acudir a un estudio tradicional y profesional, como si se trata de alguien con la pretensión de difundir conocimientos, o simplemente como mero divertimento, la tecnología del audio digital ha nivelado las barreras. La implementación del sonido y la utilización de sus audios, por parte de cualquier usuario, es sencilla y accesible, puesto que no requiere de la inversión de una gran suma de dinero.

Sin embargo, a pesar de que se trata de algo muy habitual y accesible que todos utilizamos de forma continua (el audio está en todas partes), no tenemos muy claro de lo que estamos hablando. Concebimos el audio como la reproducción de sonidos, pero ¿en qué consiste el audio digital? Al hablar de audio digital lo que se hace es referencia a la toma de una señal eléctrica que representa a una onda sonora y su posterior codificación mediante mecanismos digitales. Para hacer esto posible, existen dos procesos basados en una secuencia de valores enteros: primero se realiza un muestreo de las señales eléctricas y luego una cuantificación digital de las mismas señales.

El proceso de digitalización del sonido, se inicia con el muestreo. Este es necesario para fijar la amplitud de la señal eléctrica a intervalos regulares de tiempo. En el sector, a esto se lo denomina como tasa de muestreo y se toman los cuarenta mil hertzios, estándar utilizado a nivel profesional como parámetro de referencia. La segunda fase del proceso, implica una cuantificación de las citadas señales eléctricas con las que se está trabajando. Si en la etapa anterior las muestras son fijadas, en esta se convierten en un valor entero con rango finito y predeterminado. En la actualidad, esto se realiza mediante una cuantificación lineal o logarítmica que ofrece varias posibilidades. Hasta aquí todo chino mandarín, pero bueno, seguro que nos suena más el formato más utilizado que resulta de este proceso: el CD. Este formato archiconocido se corresponde a cuarenta y cuatro coma un hertzios de tasa de muestreo y una cuantificación lineal de dieciséis bits.

Como cabe esperar, para digitalizar el sonido, es necesario el uso de un dispositivo adecuado para llevar a cabo el proceso. Esto pueden hacerse sencillamente: con implementar un micrófono o un sintetizador DAT es suficiente. Aparte de utilizar una tarjeta de sonido que registres la información generada y la lleve al sistema que la digitalizará. A esto se le denomina muestra y debe tener un tamaño específico.

En el momento en el que se produce o genera un sonido para su digitalización, se registra una muestra por segundo. Al mismo tiempo, se almacena la información, siendo denominada la recopilación como frecuencia de muestreo. Por otro lado, a la cantidad de tamaño almacenada se la denomina tamaño de muestra o bits/muestra. Para facilitar el proceso, los valores se identifican con números enteros. Los expertos en la materia, está de acuerdo en que las tres frecuencias de audio más utilizadas son la calidad de radio, la calidad telefónica y la calidad de CD. Siendo el tamaño de la muestra variable entre los ocho y dieciocho bits. A mayor tamaño de la muestra, mejor representación del sonido original.

Un poquito de historia: origen del audio digital

Ya sabemos algo sobre cómo se registra el sonido para tratarlo de manera digital. Ahora toca saber algo sobre los orígenes del audio digital, aunque a estas altura de la vida, lo inusual es encontrar algo analógico como una cinta de casete o un disco de vinilo. No obstante, nunca está de más conocer los orígenes. Aunque la grabación y posterior reproducción del sonido por parte del ser humano no es ninguna novedad, puesto que se remonta a unos siglos atrás. En sus orígenes analógicos, el sonido se registraba de manera bastante rudimentaria, hasta que surgió (se inventó) la grabación electromagnética que permitió la comercialización de discos a gran escala, esto seguía siendo parte de un proceso analógico hasta finales de los setenta.

Si mencionamos a dos grandes de la tecnología como Philips o Sony, entramos de lleno en el audio digital. De su mano, la experimentación con el disco compacto o Compact Disc, donde la calidad del sonido no era la misma, se trataba de un formato más pequeño pero accesible para el público. Con la crisis acaecida en los ochenta, el CD quedó en stand by, aunque ambas empresas, seguían trabajando en el formato compacto. Sony fue la encargada de avanzar en lo que a lectura y codificación digital respecta. Al contemplar el sin fin de posibilidades que ofrecía esta tecnología, muchos músicos tuvieron interés en probar. Entre ellos, un director de música clásica de reconocido prestigio, reconoció el potencial que ofrecía este nuevo formato para llegar a mayor cantidad de público.

La década de los ochenta fue igualmente fructífera en el mundo dela audio digital. La clave para que el sonido digital se popularizara, residía en el desarrollo del formato MP3 en Alemania. Aunque inicialmente solo era utilizado para comprender el audio, en los noventa, se pudo utilizar la extensión .mp3 para guardar archivos en un ordenador. Podría decirse que este fue el punto de inflexión para que la digitalización del audio iniciara su expansión por el mundo. Los dispositivos MP3 y posteriormente MP4, permitían almacenar una cantidad de música considerable. Tanto era así que dejaba fuera de juego al CD y por supuesto, a la cinta de casete.

El siglo XXI, trajo avances de todo tipo en cuestiones de sonido digital. A nivel particular, cada vez es más fácil almacenar música de calidad en cualquier tipo de dispositivo digital: desde un teléfono móvil hasta una barra de sonido. Altavoces inteligentes que hacen las veces de emisoras de radio y ponen la música que desees sin necesidad de insertar discos, cintas o cualquier otro elemento.

Todo esto, sin desmerecer la calidad y sin perder la misma. Puedes almacenar archivos de audio y sonido en cualquier dispositivo, computadora, ordenador personal, transportarlo, enviarlo a través de un mensaje, correo electrónico o dispositivo de almacenaje como un pen drive o tarjeta de memoria.

A parte de facilitar su reproducción, el audio digital, permite trabajar con las ondas a otro nivel, crear sonidos digitales sin necesidad de que se graben previamente, mezclarlos, separarlos, modificarlos… solo con un ordenador o mediante una aplicación. Y todo esto sin entrar en detalles y aspectos más técnicos sobre cómo posibilita la grabación de maquetas, podcasts o cualquier tipo de programa radiofónico sin la necesidad de ir al estudio. Todo esto ya lo sabemos porque es una realidad en la que vivimos, aunque a veces, conviene recordar que no todo fue siempre así y que, a pesar de que la tecnología nos facilita la vida, antes no era tan accesible y se podía vivir sin ella. Aunque el sonido y el audio, sin tecnología, evidentemente, no existirían.

 

 

 

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